El leve repunte alivia la presión sobre el gobierno, que busca estimular la inversión y el desarrollo.
La economía del Reino Unido logró un crecimiento marginal a finales del año pasado, según los datos publicados este jueves, lo que supone un respiro para el gobierno en su intento de acelerar el ritmo de la recuperación económica.
El producto interior bruto (PIB) aumentó un 0,1% en los últimos tres meses de 2024, tras haber registrado un crecimiento nulo en el trimestre anterior.
La mayoría de los economistas, incluidos los del Banco de Inglaterra, habían previsto otra fase de estancamiento a finales de año. Sin embargo, en diciembre se produjo un crecimiento inesperado gracias a un repunte en la actividad del sector servicios.
El Partido Laborista, que llegó al poder el verano pasado, ha declarado que el crecimiento económico es su principal prioridad. No obstante, hasta ahora, los resultados han sido modestos, ya que el tamaño de la economía se ha mantenido prácticamente inalterado desde la primavera.
El gobierno ha prometido reforzar las finanzas públicas, aumentar la inversión y mejorar los servicios públicos con el objetivo de impulsar el crecimiento económico y elevar el nivel de vida.
Algunas de las primeras medidas del ejecutivo han recibido críticas por parte del sector empresarial, especialmente la decisión de aumentar los impuestos a los empleadores. Además, durante gran parte del año pasado, el gobierno emitió advertencias sobre la situación económica, lo que afectó a la confianza de consumidores y empresas. Sin embargo, en las últimas semanas, ha adoptado un tono más optimista.
«Durante demasiado tiempo, los políticos han aceptado una economía que no beneficia a los trabajadores», declaró la ministra de Hacienda, Rachel Reeves, el jueves. «Yo no lo haré», añadió.
Según Reeves, el gobierno está avanzando «más rápido y con mayor determinación» para llevar a cabo reformas económicas.
El ejecutivo ha presentado una serie de medidas que, según los economistas, podrían estimular el crecimiento a largo plazo. Entre ellas, destaca la reforma del sistema de planificación para facilitar la construcción de viviendas e infraestructuras clave, como parques eólicos y centros de datos.
Los ministros también han instado a los reguladores a considerar el impacto de sus normativas en la economía, además de su función de mitigación de riesgos.
A pesar de estos esfuerzos, crece la preocupación por el tiempo que podría tardar en materializarse un crecimiento significativo, especialmente en un contexto de incertidumbre global marcado por el riesgo de una guerra comercial provocada por la política exterior del presidente Trump.
También persisten dudas sobre el impacto que tendrá la subida de impuestos a las empresas a partir de abril. La semana pasada, el Banco de Inglaterra advirtió que algunas empresas podrían responder reduciendo su plantilla.
De hecho, algunas firmas ya han comenzado a tomar medidas. El supermercado Sainsbury’s anunció el mes pasado la eliminación de miles de puestos de trabajo, citando el reciente aumento de impuestos como una de las razones.
No obstante, los presupuestos del gobierno incluyen un considerable incremento del gasto público para los próximos dos años, lo que podría contribuir a un crecimiento a corto plazo. Sin embargo, la mayoría de los economistas coinciden en que este impacto será temporal.
El Banco de Inglaterra prevé que el crecimiento económico comience a repuntar a mediados de año, aunque ha rebajado su previsión de crecimiento anual al 0,75%. En cambio, el Instituto Nacional de Investigaciones Económicas y Sociales se muestra más optimista y pronostica un crecimiento del 1,5% para este año.
El débil crecimiento económico ha presionado al Banco de Inglaterra para que reduzca los tipos de interés, pero la entidad aún evalúa hasta qué punto podrá llevar a cabo estos recortes, considerando la reciente subida de los precios energéticos. La semana pasada, el Banco de Inglaterra advirtió que la inflación podría acelerarse este año, alcanzando un pico del 3,7% en el tercer trimestre, lo que obliga a los responsables de la política monetaria a actuar con cautela respecto a futuras reducciones de tipos.